

DECÁLOGO DEL ABOGADO
I
El abogado debe ser ejemplo de
rectitud y de integridad. ¡Nunca
lo olvides!
El abogado vale lo que su
palabra. ¡Hónrala y cúmplela!
El soborno no es un recurso
procesal; es un delito y una
vergüenza pública. No manches
tu nombre ni tu oficio.
Nunca abuses de tu cliente.
Cobra por lo que realmente
ofreces. ¡Ni un centavo más!
El cliente no siempre tiene la
razón. El derecho no es una
tienda donde se vendan
opiniones y, además, abogados.
Nunca asumas la
representación de un cliente
cuando no creas en su causa.
El cliente estará mejor
defendido por un abogado que
realmente si crea en ella.
II
V
III
IV
VI
VII
El derecho de un reo a la
asistencia de un abogado, no
impone a éste la obligación de
convertirse en un encubridor ni
en un embustero.
La única defensa que un reo
realmente culpable debe
esperar de un abogado es la
que descansa en su confesión
y su arrepentimiento.
El abogado es un súbdito de la
verdad. Los hechos en que
funda su derecho no pueden ser
alterados. La mentira y el
engaño ensucian la toga del
jurista.
Si no cuentas con el tiempo que
reclama la atención de un caso,
no lo tomes. No tienes ningún
derecho a exponer los intereses
de la persona que confió en tu
capacidad e integridad. Tu
nombre y el patrimonio del
cliente son primero.